LA ASCENSIÓN AL TEMPLO REAL
“He aquí que tú eres mi mismo. Yo te conduciré a través del Universo para que te conviertas en mi Templo, mi “Mismo” en carne.
Todos los reinos de la Naturaleza están en ti. Tú has reconocido en la Función el vínculo entre los hechos, y como los Números y las medidas unen el Cielo y la Tierra. Te he hecho sufrir la prueba de la separación que proyecta fuera de ti lo que está en ti, creando un mundo ilusorio a la imagen de la Verdad, que responde a la tentación de la bondad y del placer del Mal.
Era preciso reconocer el error del orgullo de imaginar una ciencia sustitutoria de la Conciencia que especifica todas las cosas.
Entonces sólo tú has podido reconocer la universalidad del gesto, que se relaciona con los Números, avidez del ser vivo, gesto de ofrenda, vínculo vital de los órganos entre ellos, o llamada del Espíritu por el Pobre rechazado por la Naturaleza. El Universo, en el que yo en ti soy el Rey, es Uno, a pesar de la diversidad de fases del devenir del Incognoscible en el Templo de carne.
El Verbo activo teje, en el Tiempo y en el Espacio, la rejilla del plan del mundo. Lo que hay de más del uno en el origen es compensado por lo que hay de más del otro en el fin, cuando el Espíritu se encarna. Así el Uno incognoscible se reconoce él mismo a través de su Verbo, que es uno de los Tres, en los que los otros dos tercios se entretejen en sustancia que se contraen en materia. El Verbo divino en la materia es el Ternario que sustenta todo lo que es.
EL TEMPLO DEL HOMBRE
El Maestro de obra dice al discípulo:
“Tú vienes de la tierra, ella te ha nutrido y volverás a la
tierra. Ella es el elemento que contiene y guarda a los otros elementos.
Sabe que todo lo que, por sí mismo, se extiende sin forma,
necesita un recipiente. Así, el Aire contiene el Fuego Universal, y el Agua
contiene al Aire, como la Tierra es el cáliz que lleva el agua y le da forma.
La Tierra es, por tanto, el continente de Todo. Yo te hablo de la tierra por la
que tu caminas, que es la imagen grosera de la Tierra espermática de la que tú
estás hecho. Observa siempre, en las cosas inferiores que te revelan los
sentidos, la imagen de las cosas que sólo tu espíritu puede concebir cuando tus
sentidos se cierran ante el mundo de lo transitorio.
Yo te voy a hablar de la Arquitectura, y no de técnica.
El hombre de la tierra vive en sus casas de tierra. El Neter
viene del cielo y hace la tierra; la casa no es más que un vacío cerrado. Las
formas del mundo, donde se inscriben todas las leyes del Devenir y del Retorno,
encuadran este vacío. Hay que aprender a leer estos signos para alcanzar el
Santuario a través del laberinto de las “Posibilidades”. Descubre como las
puertas están cerradas con los cerrojos de los secretos de la Naturaleza, o de
otra forma nunca alcanzarás tu objetivo.
Pero el vacío no se delimita más que por la Ley del Número.
Los Números imponen la forma de los límites. Estos son los cimientos. Y por
esta Idea, el Espíritu sin forma deviene, crece y vegeta en la materia formada,
pues todo se mantiene por vegetación.
Hay crecimiento de la tierra hacia el cielo; hay formación
en el plano horizontal. Entonces, hay lo que está en el interior y lo que está
en el exterior. Del interior procede la savia madura que da la semilla; del
exterior procede el alimento que el cielo aporta a la tierra. Esta es la Idea
del Templo, la Casa del Dios.
Tal como el hombre que habita una casa le imprime su
pensamiento, el ritmo de su ser, la casa que habita un Neter está impregnada de
su Idea y de la naturaleza de su ser. Pero el Todo concurre a definir este
Neter, pues es El, pero, sin embargo, inseparable del Todo.
Cuando conozcas la orientación del Dios para el que vayas a
construir una morada, conocerás la Idea que toma forma, es decir, la base del
plan. Sobre esta base traza el Número, o la “geometría” de ese Neter. Este
elemento del origen te guiará necesariamente hacia todas las formas que puedan
resultar, pero será simplemente una guía y no imagen.
Conoce el secreto del Número, pues él engendra. Hay una
semilla que lleva un fruto de su especie. Marca sobre el suelo del templo el
plan de esta “fatalidad”, para los que vendrán después de ti cuando llegue el
tiempo de desmontar esta morada a fin de reconstruir otra nueva sobre esta
base. Toda nueva forma está hecha de la muerte de la precedente. El cielo es
una esfera que hace girar el Devenir; el Neter es del cielo, llamado a habitar
la tierra, el deberá tomar forma con el cielo como una planta.
Después dispón sobre el Número el recinto vallado, como debe
ser el ser en el organismo viviente de este Neter, siguiendo su “devenir”. Así
darás vida a la Geometría. Pues el Tiempo es crecimiento y devenir: es tu única
medida verdadera. Cada Neter tiene su Tiempo, como cada semilla que da fruto. Y
sabe que, para el hombre, el alma es fijada en cuarenta días: Maat, y se mueve
en el cuarto mes. Puede vivir a siete meses lunares: Osiris, o bien a siete
meses solares: Horus.
Transcribe estos números en codo, en dedos y pulgadas, y en diámetros, por el secreto de
las Medidas, después delimita tus casas en la Casa del Neter.
Así la idea indestructible tomará forma en la materia
pasajera. Crecerá en su plan, y de este plan ella vegetará hacia el cielo.
Cierra y abre las corolas de las columnas siguiendo la naturaleza de los meses
de la gestación del Neter, después la entrada hasta el naos, escoge las piedras
con el mismo espíritu. Sabe que la obra de tus manos, si es conforme a la Idea,
será creativa, armoniosa; así se hará el Templo indestructible. Que importa si
la piedra y la tierra se destruyen: la Idea es de la naturaleza del Neter y se
confundirá en Dios.
Todo esto es la Arqui-textura.
Para conocer los Números, sabe que al Unidad es triple según
su naturaleza como el Verbo de Dios. Todo el Número está fundado según esta
trinidad del punto y sobre el triángulo de superficie; pero el volumen ternario
está construido sobre las cuatro columnas de elementos o Cualidades esenciales
de las cosas. Del punto al volumen sólo puede ir el Creador que, de nada, lo ha
hecho Todo.
Pero, tú, criatura, tú debes buscar el punto a partir del
volumen; pues toda cosa perceptible es volumen, es espacio o Espíritu cerrado.
La lógica de tu cerebro no tiene ningún poder sobre el
Número. El es el Verbo de Dios y manda sobre la Inteligencia. Deja las cifras
que enumeran las cosas a la inteligencia de la cabeza, y busca el Número con la
Inteligencia del corazón.
Mira tu mano. En la cara interna, que es activa, está
trazado el destino de tu alma encarnada; no la confundas con el dorso de esta
mano en el que se inscribe la Ley que
preside el Devenir. De este lado, las tres falanges de dedos dan la proporción
del Número sagrado, la sección de toda armonía. No prostituyas jamás este
Número bajo pena de decadencia, su secreto está bien guardado para los
profanos.
Tu mano tiene cuatro dedos: los elementos de Osiris; y doce
falanges: los lugares del cielo. El quinto dedo manda a los otros, como el
Espíritu a la forma. Es la quinta Esencia de las cosas. El interior de tu mano
es móvil, pero yo te dirá todavía esto: la segunda falange interior pertenece a
Min-Amón, el centro procreador. Ahora podrás hacer hablar a tus manos.
La primera superficie es el triángulo, y su raíz es la
Unidad incomprensible. Cuando esta Unidad-superficie – el triángulo – se
desdobla, aparece el macho y la hembra, pareja procreadora por los cuatro
Elementos: es el cuadrado cortado por la diagonal.
Los cuatro Elementos son el cuadrado del cielo. Sabe que el
lado de un cuadrado es el asiento de todo triángulo rectángulo. Traza en el
cuadrado las diagonales, ellas forman cuatro triángulos que son iguales entre
si y hacen aparecer la ley esencial que rige los triángulos rectángulos, ley de
toda ciencia aplicada a los Números. Tú sólo conoces ahora su función. Busca
cual es su naturaleza y sobre esta base traza el boceto de la Arquitectura del
Mundo.
El primer Número es Tres, el segundo es Cuatro, el tercero
es Cinco; estos son los primeros valores de los lados del triángulo rectángulo
sagrado, cuya aplicación tiene innumerables consecuencias.
Toda superficie es curva, porque el mundo es un Devenir y un
Retorno; todo en él es cíclico. Calcula como si esta superficie fuera plana,
pero con los Números que rectifican este plano en curva: si no tú serás un
simple medidor y no un geómetra del Templo. No traces la curva si no es para el
cielo y lo que tiene que ver con Osiris: el Devenir y el Retorno. Nuestros
Números son universales y nuestras medidas han sido establecidas para
rectificar lo recto en curvo, lo plano en volúmenes, la longitud en Tiempo, el
cielo en el hombre, la génesis en vida. Dios es el modelo pues él es el Maestro
de todo en el Todo.
Observa el crecimiento del hombre cuando se separa de su
madre, pues el alma viviente que está en él tiende a formar ese cuerpo hacia la
perfección de la proporción.
El hombre es la imagen del cielo, mira las imperfecciones
del cuerpo para conocer las faltas que le restan por pagar, pero sabe que él es
el Universo; por ello tú lo tomarás como modelo en tanto que reflejo del Dios
creador. Toda la obra de la creación está en el hombre; pon al hombre en su
lugar en el Templo. El ha nacido y él morirá: entre estos dos extremos él vive.
Esta vida es la expresión de la Conciencia.
El corazón late al ritmo del Tiempo, los pulmones respiran y
ligan la substancia intangible a la materia viva; el organismo digiere, separa
lo puro de lo impuro.
Su rostro es la palabra de su vida; su boca explica sus
pensamientos, sus ojos revelan su conciencia. Su voz puede articular todos los
sonidos de la Naturaleza, todas las palabras emitidas. Cada gesto del hombre
habla. Es la encarnación completa del Verbo intangible e inaudible, a través de
esta forma, se da a conocer. Devuelve la estatua viva en él haciendo hablar a
la verdad del Neter.
Si tú representas un cuerpo humano en la pared, muestra sólo
un lado si el otro es idéntico, pues el hombre es una dualidad en su naturaleza
caída, pero es Unidad en su origen.
En el hombre el lado oriental es receptor y el lado
occidental es dador. El Mal está en su cerebro que siempre separa, el Bien esta
en su corazón – ib hati – que siempre unifica.
Así tú harás hablar a la imagen del hombre.
Mira los animales del aire, del agua y de la tierra. Cada
uno explica uno de los aspectos de los que el todo es el Hombre-Rey. Cada uno
explica una de las palabras del leguaje divino que es el Universo. Haz hablar a
los animales, las plantas, los colores; hazles decir lo que ellos son en la
verdad. Guárdate de hacerles decir lo que tú piensas. Eleva lo que es ligero,
baja lo que es pesado, aprende a conocer lo que hace subir lo pesado y lo que
hace caer lo ligero y le da peso. El Espíritu es lo más ligero y “el olor del
Neter” es lo más pesado, como la semilla encarna el Espíritu y lo reduce en un
cuerpo.
Así haz hablar al templo; y luego traza alrededor de él el
recinto, el collar de Fuego, a fin de que aleje al enemigo de la Vida, el cual
quiere la Eternidad. Planta en la entrada mástiles animadores del cielo, y que
su llama se alimente del Espíritu de los cuatro vientos.
Yo te he dado aquí los rudimentos de una gran ciencia, a fin
de que tú aprendas a distinguir los constructores de casas humanas de los
Maestros Arquitectos del Templo, y que esto te guíe en lo que debes
aprender.”
***
El discípulo permanece solitario, y ve venir hacia él al
compañero del Maestro Arquitecto.
“Hermano, he recibido el encargo de conducirte a través de
la ciencia de la Arquitectura, mostrándote, sobretodo, las canteras donde
podrás constatar lo que sigue, con la obra terminada, permaneciendo oculto a
tus ojos. Sería un ingrato si me atribuyera la Alta Ciencia que me ha sido
enseñada. También te explicaré estas cosas, tal como fueron contestadas mis
preguntas.
Para empezar sabe esto: ¿No fue el Agua el comienzo de todas
las cosas? También es el nivel medio de las más altas aguas de infiltración lo
que nos sirve para establecer lo horizontal y la marca de los cimientos de
nuestros monumentos.
Los padres de nuestros padres tras largo tiempo han
observado el tiempo que toma el crecimiento de la tierra aportando el limo y
del cielo, lo que hace aumentar el nivel de las aguas. Así conocemos de
antemano el tiempo de derrumbamiento de nuestras obras, carcomidas por sus
bases, como una raíz que muere después de haber dado su fruto y que volverá a
inseminar la tierra, y nosotros calculamos su vida al ritmo de los ciclos del
cielo, para que el crecimiento de nuestros templos sea conforme a los cambios
de las grandes estaciones del Universo.
Veamos ahora las principales directivas de la Arquitectura
aplicada.
Sin filosofía no hay Arquitectura, sino solamente una
técnica de edificación.
El templo debe ser leído como un libro. Si no tiene nada que
enseñar no será más que una casa para los hombres, en lugar de la Casa de Dios.
Si el Neter que lo abriga es bueno, la casa será bella, si es desagradable, su
casa también lo será, puesto que ella es la descripción del Neter.
Si no se trata más que de describir un mito, podremos
escribirlo en los muros como en el papiro, pero entonces no será el Templo.
Edificar la casa del Neter, es crear la Idea de éste en todos los sentidos, por
medio del material, de las medidas y los textos sobre las piedras. La Idea, así
materializada, es inscrita para siempre en la sustancia del Universo, por ello
ninguna falta puede cometerse.
El secreto está en la inteligencia del sentido que
representa al Neter. Pues todo Neter es un aspecto del Todo que es la Unidad,
no puede ser considerado de otra manera que no sea integrado en una o la otra
de las grandes líneas, a la que él pertenece.
La enseñanza global es el de la génesis del mundo, situar
una frase no tiene más sentido que describir una parte del cuerpo humano sin
unirlo al cuerpo completo para una función general. Esta es la primera
directriz.
¿De qué serviría esta enseñanza sin no es la clave de una
ciencia aplicable de forma útil a nuestra vida y, más aún, para la
supervivencia? No se trata de un juego del pensamiento, sino de una realidad
sagrada. Si la fantasía ornamenta un Neter de atributos con objeto estético,
será una falta imperdonable ya que su imagen debe ser verídica, sin traza de
mentira, hecho por ignorancia. Esta es la razón de un canon rígido que nadie
puede cambiar, salvo el Sabio con el Conocimiento del Tiempo y del secreto de
la escritura.
La enseñanza es dad por los que viven en la tierra, que vienen
y vuelven a venir para buscar la vía que conduce hacia el Inmortal. Es nuestro
mundo de la dualidad, del nacimiento y de la muerte, y del renacimiento en el
cuerpo. Todo es doble y uno de los dos define al otro, todo está cruzado, lo
débil define lo fuerte, lo bajo mide lo alto y la aversión apela a la simpatía.
Aquí reina el príncipe Setiano caído, que haciendo el Bien crea el Mal, y
haciendo el Mal apela al Bien. Esto determina la sucesión en la arquitectura
del templo, esta es la segunda directriz.
Los que han sabido ya renunciar al cuerpo por la vida del
alma únicamente, no necesitan muros que delimiten el vacío y lo fijen en formas
mortales. Para éstos el tiempo ha llegado en el que Dios sólo es el Templo, no
hay para ellos un templo sobre la tierra. Sabe pues que lo que tú buscas, pero
si miras el templo, sabe que tú no miras al único Creador, sino la enseñanza de
este Mundo surgida del Unico, conforme pues tu obra al objetivo que El impone.
No tomes en cuenta la duración material de tu obra. Pon la
piedra de gres, que representa la Tierra, sobre la calcárea del Aire si la Idea
lo exige. Que importa si esta calcárea se pulveriza, o bien si la construcción
de arcilla y limo crudo, provenientes del Agua, se desmoronan. Escoge para el
Fuego la piedra granítica pues de él procede.
Sabe también que toda vida es el fruto de la destrucción
negra de la muerte, que esta negrura es la raíz, el origen de lo que será
blanco o rojo, como las venas que a veces atraviesan nuestras piedras negras.
Talla las piedras en la cantera misma, escógelas
juiciosamente, dales la medida prevista según el plan, pues las juntas deben
medir las imágenes, pueden separar la cabeza de un personaje, o cortar una
parte del cuerpo. Escoge el lecho de la piedra conforme al Principio que debe
ser explicado.
Que cada cámara (cada capítulo de tu libro) sea concebido
como una entidad, evita construir muros que caerán un día, y no unas dos muros
si la Idea no “atraviesa” de una sala a otra. Encaja tus llaves en el muro y el
suelo, en los lugares precisos según las Medidas y Números que fijan el plan.
Haz ascender la Idea del suelo a los arquitrabes, de la tierra al cielo donde
son inscritas las Leyes, haz ascender hacia Dios los dioses, como el sol atrae
hacia sí a la flor de la planta.
Esta es la tercera directriz.
El número de escenas figuradas está limitado por el canon
general, pero cada escena es el fondo sobre el que se inscriben, por sus
medidas y atributos, miles de matices del pensamiento.
Sabe que la puerta es la llave de la Idea transcrita en el
lugar al que conduce esta obertura. Haz de esta puerta un estudio preciso, pues
el templo sólo será consagrado si no se comete ninguna falta. Los obeliscos van
a buscar en el cielo el Fuego generador del templo, el Maestro inscribirá las
Leyes que hacen gravitar los mundos.
Y ahora ven, para que toques con tus manos y veas con tus
ojos la transcripción de lo que te he dicho, pues debes constatar como
trabajamos. Verás como “doblamos” cuidadosamente el templo pasado, para que sea
la semilla y el lecho de Vida de donde saldrá el nuevo templo conforme a los
nuevos Tiempos. Tu contarás el número de capas de piedras de fundaciones, y
aprenderás su significado. Observarás la elección de inscripciones, serán las
guías para los que saben leer, buscarás la enseñanza de los depósitos de
fundaciones y de piedras de ángulo. Verás con que amor a la Verdad nuestros
Maestros han fundado el imperio del Conocimiento y de la gran Oración.”
[Traducción: Juan Almirall]
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